1, 2, 3 ... ¡salto! [Libre]

Me encontraba sola, completamente sola en este país del que nada conocía y por ello me encontraba disgustada, dolida y en buena parte inquieta ¿que haría una chica como yó en una escuela? hacer ámigos nó, eso lo daba por sentado pués llevarme bien con los demás no era lo que se dice lo mio, lo mio era la soledad o el "aquí te pillo, aquí te mato" pués me gustaban ambas cosas: la soledad me permitía reflexionar, me tranquilizaba, la sentía verdaderamente mía y el sexo era mi nana, mi alivio, la razón de mi bienestar y aquello que mermaba mi caracter agresivo. Tiré el cigarro y me quité la camiseta de tirantas, luego la chaqueta de cuerno negra, las botas, los vaqueros, todo ello en un acto nervioso y me acerqué al borde del acántilado para tirarme ... lo deseaba, áunque el agua no me solía gustar demasiado, no confiaba en ella.

*Lo mejor será entonces que coja una máldita carrerilla*

Caminé hacia atrás, para ponerme lo suficiente lejos como para cojer carrerilla.

Con los audífonos colocados en mis oídos camine has perderme por los acantilados. A lo lejos pude ver a una chica, diría que un demonio. "Genial". Pensé discretamente y la observe, parecía que quería tirarse por el acantilado. Reí.

Tras caminar hacía atrás comencé a correr para tirarme al acántilado, capté un olor que me distrajo milesimas pero mi cuerpo ya se había prepadao para saltar y así lo hice: salté, pero en cuánto mis pies fueron a rozar el água saqué mis alas rojas y subí, estaba demasiado fria, muchisimo más de lo esperado, quizás en primavera me atreviese. Emprendí vuelo de vuelta hacía el precipicio y entonces guardé las alas y bufé de nuevo, al tiempo que me sentaba en el borde del precipicio y jugaba con una de fuego creada desde mi mano.

Camine a paso lento y calmo hasta la chica que se encontraba sentada en el precipicio. La observe, no estaba mal. Reí interiormente mientras que escuadriñaba en su mente. Si, efectivamente era un demonio. Seguro que yo y esa chica no nos llevaríamos muy bien que digamos. Me coloque a su lado.

- Hola.

El chico del que había notado la presencia se sentó a mi lado y me saludó, arqueé una ceja, continué jugando con mi bola de fuego y me decidí a saludarlo.
- Allô.
Seguí mirándo el mar mientras que jugaba con mi bola de fuego, me la depositaba sobre la piel y no resultaba quemada, era agradable notar como el fuego se fundía con mi propia piel.

- Que haces aquí?? Sola y con una bola de fuego entre manos?? Es que tienes el mono??

Pregunte algo cortante y mal educado, pero los demonios y los ángeles me sacaban de mis casillas solo con verlos, los odiaba... No los aguantaba, a todos y cada uno de ellos. Sin haberles conocido, tan solo por lo que los demás como ellos me hicieron.

Esbocé una media sonrisa impasible al escuchar al chico.
-Algo así. - Respondí, echaba de menos las noches locas en Bordeaux, eso si que era fiesta y no se podría comparar con nada de lo que pudiera tener aquí, siquiera la macro orgía anual de Amsterdam podía compararsele con ápenas una noche francesa. - ¿Y tú, preguntón, chiquitillo y al borde de un precipicio, es que has vénido a suicidarte?

Off: En realidad es de su altura, solo que la prepotencia le puede.

Reí al escucharla, menuda prepotente... Chiquitillo?? Seguramente le sacase dos dedos de altura. Negué con la cabeza y la mire con un poco de despreció.

- Oh... Si, iba a hacerlo, pero al parecer ahí que coger ticket antes de hacerlo, y si ademas el de delante es un cobarde, pues esperase sentado.

Reí y la mire.

- Y tu?? Eres el numero de delante de mi cierto??

Me hizo un poco de gracia, pretendía de león y no llegaba ni a gatito.

- Por mí puedes adelantarte.- Dije sin más, girándo mi cabeza para hablarle por primera vez en toda la conversación.- No tengo ninguna prisa por morir.- Aseguré, me dí un poco la vuelta y alcancé mi chaqueta, saqué de uno de los bolsillos un cigarrillo y lo encendí con la mano, miré al frente y dí una cálada.